martes, 30 de junio de 2009

EL JUEGO QUE EL ARTE Y LOS ARTISTAS JUEGAN



El juego que el arte y los artistas juegan

“El arte es un juego entre los hombres de todas las épocas”.
Duchamp.


El vínculo del juego y arte, a través de una visión lúdica permite ironizar, tener humor, recrear el juego de los adultos que recupera la etapa infantil. La extensión del juego como una forma de vida que refleja la sociedad y nuestro tiempo, con problemáticas como la guerra y la prostitución infantil, muestran una sociedad en donde la niñez va perdiendo aceleradamente, con la metáfora de un limbo aquí en la tierra.

Una forma de abordar el juego a nivel representativo, permite al lenguaje del arte, emplear el simbolismo para ilusionarse, para propiciar la imaginación y convertir lo aparentemente inocente develado en la perversión.


Artistas que potencian lo lúdico
Fischli & Weiss


“El arte adopta los mecanismos lúdicos e inmediatamente busca un límite, un juego que exceda el juego: es la busca de la séptima cara del dado”.

Para referirnos a artistas que trabajan en una línea directa con el motor creativo del ocio, la obra de Peter Fischli y David Weiss (Zurich, 1952 y Zurich, 1946), desarrolla la mirada lúdica para experimentar la observación como un ejercicio que asocia elementos cotidianos como partes de mecanismos que surgen de materiales de desecho. Del aburrimiento a la creación, en el vídeo Der Lauf der Ringe (El funcionamiento de las cosas), instalación de arte cinético en la que se ofrece un interminable encadenamiento de causas y efectos, se provocan el movimiento de diversos objetos y en la que el espectador rememorará los experimentos escolares con reacciones químicas, poleas, circuitos y rampas.


Una forma de abordar el juego a nivel representativo, permite al lenguaje del arte, emplear el simbolismo para ilusionarse, para propiciar la imaginación y convertir lo aparentemente inocente develado en la perversión.


“El tragicómico efecto dominó de Der Lauf der Ringe ha sido visto como una metáfora en miniatura del funcionamiento de nuestro propio mundo, en el que la energía, lejos de destruirse, reaparece transfigurada en las más asombrosas manifestaciones.”[4]

No se trata de que se vean las cosas simplemente y luego las interpretemos, sino que la mirada lúdica logra ver desde el significado. No es la apariencia del objeto, sino la lectura que ofrece, a través del juego se puede rozar en algunas ocasiones el absurdo, lo más anodino y corriente de la vida queda aquí captado, en una suerte de intento de legitimación del juego como la facultad de crear con materiales que son considerados fuera del arte, que son de la vida cotidiana.

Las mortadelas, trozos de jamón y salchicha, las colillas de los cigarrillos y las cajas de cartón se transforman en un mundo de ensoñación. Las sábanas que se convierten en volúmenes de formas monstruosas, en montañas simuladas, en espacios arquitectónicos; en un paisaje inventado formado por losetas geométricas que generan áreas que reproducen y transforman la realidad.

LA SINRAZÓN DEL JUEGO

La capacidad de tomar la sin razón, se vincula con los juegos surrealistas, que se basaban en asociaciones automáticas, libres, anárquicas que permitían fluir los sentidos y la sinrazón, creando un escenario fantástico. “El aburrimiento y la frustración sufren confinadas en el hogar: aunque el juego parece ofrecer una vida de escape, muchas veces estas visiones lo desbaratan todo”.[5]
Fernanda Soler, de la tesis "Catálogo del Homo Ludens".







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